El reflejo del pueblo a través del arte

Por Laura Montero

Fortín es un pueblo que parafraseando a una amiga mía es de patchwork, un montón de retacitos a los que hay que unir pacientemente para formar un todo que abrigue. Pero puestos a trabajar aunamos deseos y sueños y le metemos para adelante. Yo venia de hacer teatro convencional, de sala, y quise ver que era esto del Teatro Comunitario. Se puede aprender y aprender tantas cosas. Ninguno es el mismo luego de atravesar el umbral del Teatro Comunitario. La mirada cambia a través de esta experiencia maravillosa de comunión comunitaria.

Teatro y algo más

Tener un grupo de teatro comunitario significa contar con una “nave de los locos” a la que se puede subir todo el mundo y volar mas allá de las convencionalidades y esquemas que nos propone la rutina todos los días, poder encontrar un espacio de expresión, amistad, solidaridad y empatía (que no abunda) donde dejar a que descanse nuestra existencia.

Las diferencias, se producen como es lógico, en todo grupo humano. Pero con voluntad, paciencia y la idea de que todos buscamos lo mejor, arribamos a los acuerdos necesarios para seguir adelante.

Vecinos que cuentan su historia

He tenido experiencias en otros grupos, creo que la diferencia radica en la creatividad puesta al servicio de lo artístico todo el tiempo y en cada uno de los integrantes, las creaciones colectivas son muy impactantes.

Hacer la escena fue fuertísimo, la emoción de ver la gente viendo nuestro trabajo con respeto y atención, y la emoción reflejada en cada rostro era como un espejo a nuestro sentimiento. La conexión con el público fue impresionante. Al contar nuestra historia sentí que no solo la contábamos sino que la continuábamos, agregando un hito más a nuestra historia como pueblo, como distrito.

Dicen que el tango es un sentimiento que se baila, yo creo que el teatro comunitario es un cumulo de sentimientos que se abrazan.




Obra de teatro del centenario de Rivadavia